Salud y bienestar · febrero 13, 2024

Cuerpo-Mente

Actualmente las investigaciones científicas, dentro del campo de la psiconeuroinmunología, están dando la razón a lo que los yoguis de antaño ya sabian: La interdependencia del cuerpo físico y el cuerpo mental. Aunque en nuestra cultura las especialidades de psiquiatría, psicología y las diferentes especialidades de la medicina: Aparato digestivo, circulatorio, respiratorio… por motivos prácticos se estudian y aplican como campos diferentes, en realidad en el cuerpo humano no funcionan asi. Hoy en día se está reconociendo la interconexión entre todos los sistemas orgánicos y la íntima relación entre el cuerpo físico y el funcionamiento mental. No se pueden diseccionar.

La psiquiatra Marian Rojas Estapé, en su libro «Cómo hacer que te pasen cosas buenas», dice que nuestra vida actual es más inflamatoria que la de antes. Afirma que vamos por la vida «inflamados». Haciendo referencia a un estado mental agitado y al mismo tiempo su efecto sobre el organismo. Cuando vivimos preocupados por algo constantemente, suben los niveles de cortisol. Esta es una hormona que se libera en situaciones de estrés, beneficiosa para reacionar ante una situación de alarma y hacer frente a una amenaza. Pero cuando ese estado de estrés se prolonga en el tiempo y los niveles de cortisol se mantienen elevados de forma crónica, el cortisol pasa a comportarse como un agente tóxico, dando lugar a un mayor deterioro de las células y un envejecimiento prematuro. Si estamos «intoxicados por cortisol», esta hormona inunda la sangre en lugar de la serotonina o la dopamina, hormonas que tienen un impacto positivo y de bienestar en el cuerpo y en la mente. A nivel físico los síntomas que pueden aparecer son muy variados como caida del pelo, taquicardias, problemas gastrointestinales, colon irritable, migrañas, artritis, fibromialgia… Sin duda el estado mental y emocional afecta a nivel físico.

El doctor Mario Alonso Puig, cirujano, médico especializado en el aparato digestivo, conferenciante y escritor, afirma que tendemos a separar las cosas y a estudiarlas como si fueran partes independientes, pero está todo conectado. El pensamiento afecta a los sentimientos y los sentimientos afectan a los procesos hormonales. Hoy sabemos que el tubo digestivo, que tiene una relación muy importante con la microbiota, se convierte en un modo de información de extraordinario valor. ¿Quién hubiera imaginado que las bacterias se están comunicando directamente con el cerebro mediante una serie de procesos químicos?

De la misma forma que nuestros pensamientos y estados mentales afectan al funcionamiento orgánico, nuestro estado físico influye en nuestro estado anímico. Hoy sabemos que practicar ejercicio físico, llevar una dieta sana, contribuye a la salud mental, mejora el estado de ánimo y libera endorfinas que producen sensación de bienestar y satisfacción.

La ciencia actual también está dando la razón a las filosofias orientales que hablan de cultivar la atención plena y el desarrollo de la concentración. Cuando focalizamos la atención nuestra mente se centra en aquello que nos interesa y podemos desechar otros pensamientos o actividades, para poder actuar o pensar de forma más efectiva. Cuando la mente está dispersa o como dicen en oriente, vá como un mono saltando de un lado a otro (cultura del zapping), estamos expuestos a muchas emociones que no podemos controlar. Es importante situarnos en el instante presente. A veces estamos esperando una felicidad futura y nos perdemos los buenos momentos de cada día.

No viva en el futuro, solo el presente es real

B.K.S. Iyengar

El desarrollo de la atención, de la concentración requiere un esfuerzo, una disciplina. En el yoga se une la práctica física (Asanas) con el desarrollo de la atención. El objeto de atención es el cuerpo. Más adelante a medida que se progresa en la práctica, el objeto de atención es la respiración. Y asi se va aprendiendo a focalizar la atención, al mismo tiempo que se reciben los beneficios físicos de la práctica corporal y respiratoria. Todo ello calma y fortalece el sistema nervioso y conduce a una paz interior, tan necesaria en el ajetreado mundo actual.

En pleno siglo veintiuno podemos experimentar todos los beneficios que esta disciplina milenaria nos puede brindar.