Abro la ventana. Delante un gran cinamomo con sus ramas desnudas. Solo los racimos de bolas amarillas cuelgan y se mecen suavemente, con la brisa fresca de la mañana. … Y el canto de los pájaros, gorriones, mirlos. Más allá de esos tenues sonidos… Un gran silencio.
«Todavía estoy aquí» Dando gracias por este nuevo día. Por las oportunidades que encuentro en cada paso que doy. Porque estoy en el camino. Por las personas con las que me encuentro en este viaje. Por el amor, que como una tímida llama va creciendo en mi corazón. Porque puedo mirar atrás y desprenderme de las experiencias que, como una pesada carga, me han impedido avanzar. Hoy me libero de esa mochila cargada en mi espalda, durante mucho tiempo. Camino ligera de equipaje. Puedo seguir el sendero que vislumbro delante de mi. No quiero quedarme atrapada en la imagen de lo que creo que soy o de lo que los demás esperan de mi. Hoy me doy el permiso de resurgir renovada en este nuevo día que comienza y como los pájaros en las ramas del árbol, puedo cantar: ¡Lo logré! ¡Todavía estoy aquí!